Fantasía, vileza y paz

Si un inescrupuloso pregunta por qué pasó
La respuesta directa será anodina e insulsa
La importancia quedó a la deriva hace poco
Y lo ínfimo de todo es que ni un lavado cerebral es de gran eficacia

Cuidarla consistía en una voluntad seria y determinada
Nada de insinuaciones ni palabras lascivas debían ser aceptadas
Cualquier defensa persona en caso de algún maniático
Conocer a quien exhibiera sinceridad y madurez

Fue cuestión de cartas espléndidas seductoras para el libido
Hubo bastas razones para eludir cualquier discrepancia
El mundo entero se colmaba ante maravillosas finuras
No había nada que pudiera osar a arruinar su felicidad

Como era costumbre, ella creyó ir al sitio usualmente frecuente
Aunque sus ojos eran perfectos, un espejismo la cegaba
Notó que la ruta habitual desaparecía al horizonte
Y al llegar presenció un gran cartel con cinco letras desconocidas para su entendimiento

Le costó figurar que hacía en ese lugar donde los espíritus gozan y se torturan entre ellos
Al pasar el portal de la habitación 69, la abrumó el pánico
Sus manos sudorosas y su frente perlada, interpretaban una fobia absoluta hacia lo que no era su cama
Después de tanta insistencia, logró sentarla y persuadirla, removerla de su fina tela y tocarla sin dejar una parte absuelta
Paralizada, estupefacta e inmersa en la aflicción, vio desconsolada como el supuesto ángel se impregnaba de su venerada virginidad

Arrepentida por dejarse arrastrar por el pecado, no halló algún remedio que le redujera el dolor que la oprimía
Prefirió ocultar su vileza, y pasar inadvertida antes una sociedad discriminatoria
Solo tuvo el valor de confesarle a su amigo del alma el desliz que la desacreditó como señorita
El que la introdujo en el universo de los penitentes, se disipó por arte de magia, y ella lúcida que no tenía nada ya que perder, se dio cuenta que una hoja metálica rosando sus muñecas, le otorgaría la paz a su alma.

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