Noche de oficina
Desde el área de trabajo Ángela se confinaba mostrando su fidelidad a su labor Miles de palabras veía a través de la pantalla y debía darles sentido mediante veraces oraciones Un fiel humeante y negro acompañante se posaba a su izquierda en una taza de data desconocida Una docena de libros en la repisa esperaban su turno para despejar alguna duda que surgiera ante una diatriba En las afueras, un poco más de 5 personas consumadas por las eternas horas, escribían y escribían aguardando el momento de partida Una de esas personas, llamado Juan, pero entre sus allegados se le conocía como El Matador, había salido a ingerir algo de nicotina y extracto de cafeína para alargar el sueño Al regresar, notó que Ángela, alías La Experta, estaba completamente sola, arrinconada por aquellas paredes grises y una pantalla que iluminaba sus ojeras Sin vacilación, se adentró a su oficina para debatir sobre lo más resaltante que saldría al otro día y algún que otro cuento para aligerar