Insana invitación

El refugio que me acogía me cerró las puertas
Ya no será mi salvación, sino un recuerdo de mi ingratitud
El calor y la tolerancia que de allí me sustentaba desaparecieron repentinamente
No pude con la ansiedad y fui en busca de otro amparo en el cual no me obligaron
La invitación de catar aquel refugio fue tan fácil que solo exigían un buen paladar
Solo tendría que probar la satisfacción que obtendría y la divinidad que probaría
Toda la exquisitez del lugar resultó solemne y vanidoso, y a la vez intrigante y sospechoso
Evidente era que hacia mal al desertar del fiel refugio que con humildad me atendió
No paraba de pensar qué sería de esta eventualidad si llegase a ser noticia de primera página
Como lo esperaba, me salí con la mía y con el ego extralimitado, vociferaba ser “el más dichoso”
Sin tener en cuenta que la verdadera vitalidad que me auxiliaba cortaría soezmente el lazo que nos unía
Al reparar que escudriñé en laberintos confusos y traicioneros, fue irreversible poder salir sin alguna mano que me ayudara
Los ecos de mi engaño se esparcieron como epidemia y antes de poder confesarlo, la entrada a mi ferviente refugio me excluyó al igual que un perro callejero
En ese momento, el tormento que azotaba en mí, destruía cualquier sano recuerdo e hiciera que me sumergiera en un llanto perpetuo
Durante mi merecido despojo, supe que no es justiciable la necesidad de buscar algo más si el refugio que te abriga, promete darte eterna hospitalidad. 

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