Noche de oficina

Desde el área de trabajo Ángela se confinaba mostrando su fidelidad a su labor
Miles de palabras veía a través de la pantalla y debía darles sentido mediante veraces oraciones
Un fiel humeante y negro acompañante se posaba a su izquierda en una taza de data desconocida
Una docena de libros en la repisa esperaban su turno para despejar alguna duda que surgiera ante una diatriba

En las afueras, un poco más de 5 personas consumadas por las eternas horas, escribían y escribían aguardando el momento de partida
Una de esas personas, llamado Juan, pero entre sus allegados se le conocía como El Matador, había salido a ingerir algo de nicotina y extracto de cafeína para alargar el sueño
Al regresar, notó que Ángela, alías La Experta, estaba completamente sola, arrinconada por aquellas paredes grises y una pantalla que iluminaba sus ojeras
Sin vacilación, se adentró a su oficina para debatir sobre lo más resaltante que saldría al otro día y algún que otro cuento para aligerar el estrés

La hora de irse se avecinaba, el sueño entre ambos desapareció cuando la conversación tomó un rumbo más cálido 
Durante la tertulia, crearon un lanzo significativo, una unión mediantes gestos, respiraciones y frases subliminales que conducían a un fin común
Cuando el momento de partir llegó, los demás en la sala salieron casi como sonámbulos, derrotados por el postergado letargo que desde hace días incubaban
Todo el lugar rebosaba de oscuridad plena, menos la oficina de Ángela, que almacenaba una tenue luz que irradiaba a los dos ligeramente

La hora tope ya había pasado, pero el coloquio entre el invitado y la anfitriona llegó a un punto de paroxismo irremediable
El Matador, con el corazón a más de quién sabe revoluciones por minuto, le declaró a La Experta el sublime deseo de conocer su cuerpo a totalidad
Ángela, sin poder respirar y con la piel erizada, hizo ademán con su mano buscando la de Juan pero la mente no podía conectarse con sus extremidades
El silencio arropó la lengua de los dos, dando lugar a un escalofrío placentero  que compartieron cuando unieron sus labios

Todo lo que había sobre la mesa terminó disperso en el suelo, las sillas salieron disparadas hacia atrás y el escritorio se convirtió en una cama improvisada
El sonido desgarrador de un beso apasionado, desquebrajó el silencio y subió los decibeles que las cuerdas vocales de Ángela producían
La mano curiosa por parte de Juan, cobró vida propia y comenzó a conquistar las zonas ajenas que La Experta cuidaba
Ángela, sumamente coqueta y con unas uñas delicadas y algo puntiagudas, herían levemente la espalda de Juan, dejando surcos rojizos e hinchados

El Matador despedazó la blusa de La Experta, quedando al aire sus senos blancos acreedores de unos pezones medianamente rosados y con una circunferencia excitadora
Eran tan explosiva su erección a ver tales pechos, que el pantalón no se daba vasto para resguardar las ansías bestiales que Juan contenía
Sin pensarlo, procedió a comer cada pecho como si fuese un banquete, succionarlos y morderlos mientras calentaba la zona censurada de Ángela
Al notar que La Experta padecía de un común episodio llamado “piel de gallina”, removió el pantalón de ella junto con su hilo de encaje para comerse lo que llamaba La Gloria

Docenas de orgasmos asaltaron el cuerpo de Ángela gracias a la longitudinal lengua de Juan que, con movimientos contundentes, saciaba su sed con los fluidos del éxtasis
Repentinamente, La Experta de una estampida, aprisionó a El Matador contra la pared y bajó hasta sus piernas para encontrarse con el regalo que en dos décadas de experiencia nunca tuvo
Asombrada de tal hombría, expandía su boca para albergar en ella la rectitud logrando así que su mente volara a confines desconocidos
Entre cada aspiración, cada lambida y mordiscos leves en la extrema redondez, Juan sentía como sus neuronas se electrizaban y sus ojos viraban a todos lados sin cesar

Tras unos placenteros minutos disfrutando de la rectitud de Juan, Ángela a través de un beso suave, le pide que la haga estremecer sin decoro
Él, apenas consciente luego de pasar el examen oral, se aferra a la cintura de ella, le coloca donde su curvatura es más sexy y abre sus piernas quedando al descubierto sus dos grandes pasadizos
Como si fuera a rezar, se coloca de rodillas y aproxima su lengua al primer orificio que encuentra, para degustar un nuevo exótico sabor e inusual textura
Se levanta, saca de su billetera el sombrero que evitará cualquier contratiempo, y sin titubeo, se profundiza hasta los confines más sensoriales de Ángela

Por cada grito en conjunto de cada petición que ella clama, Juan aumenta o disminuye la velocidad de sus embestidas, asegurando que cada orgasmo sea mejor al anterior
Amarra sus dedos a la larga cabellera de Ángela, halando su cabeza con solidez mientras que deja saber quién manda con cada palmada que estaca en su trasero
Al tercer aullido tembloroso, gira el cuerpo de Ángela colocándola boca arriba y sosteniendo sus duros tobillos, retoma los movimientos enérgicos que la hacían chillar
Afanoso y empapado de sudor, Juan venera como los ojos de su experta se invierten descontrolados y como se estruja sus labios carnosos

Un poco más de una hora fue necesario y gratificante, luego de maniobrar con distintas posiciones a lo largo y ancho de la oficina, para que la primera y destellante eyaculación de Juan se propagara intensamente en la zona umbilical y pectoral de Ángela
Cubierta del líquido que le dio vida a su primer hijo, respiraba vivamente acostada en el frígido piso, analizando “¿qué ha de ser de mí, si mi reputación llegase a decir que hice el amor con alguien 20 años menor?”
Juan, al extremo del departamento recostado a la rígida pared y aun enteramente descubierto, la miraba consolado luego de tan sensacional experiencia
Sin embargo, dentro de su cabeza rondaba algo que no lo confortaba: ¿qué será de mi vida, si por algún motivo esto alcanzase a difundirse y la que será mi esposa llegase a enterar?
Los dos, exhaustos y abstraídos, no hallaban la mejor manera para que este hecho permaneciera secreto dentro de aquella oficina que los vio consumar su más deseosa utopía

A punto de amanecer, aproximadamente las 5:55am, se levantaron al unísono para volver a estado común de usar ropa y arreglar el maravilloso desastre que causaron Mientras reorganizaban el sitio, ni un solo sonido surgía de sus bocas, evitando así cualquier lamento que pudiera perjudicar más allá de su desempeño laboral
Cuando por fin apagaron la última luz que permaneció ferviente a ellos, vieron como desde el pasillo principal se aproximaba el vigilante nocturno que debía asegurarse de la seguridad de las instalaciones
Extrañados y atemorizados, no les quedaba de otra sino salir lo más rápido posible antes de causar alguna sospecha

El vigilante, un servidor con torrenciales años de experiencia dentro de la empresa, incrédulo y confuso de por qué dos periodistas salían a la hora álgida del alba
Al toparse los tres, hubo varios segundos de absoluto silencio, cada uno cohibido de decir algo indebido
Juan con el nerviosismo acelerando sus palpitaciones, tragó suficiente aire para dar el buen día y con una palmadita en el hombro de José, se despidió para fugarse en su pequeño clásico del 85
Ángela, aturdida de la escabullida de Juan, quedó sola junto a José El Vigilante, en lo que éste seguidamente interrogó: Licenciada, disculpe la osadía pero, ¿por qué ustedes están saliendo al amanecer de este sábado? ella, con la cara sonrojada respondió: Buen día José. Pues nada fuera de lo usual, simplemente otra Noche de oficina. 




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