Un mundo lujurioso

Si llegase a existir un infierno, ya se encontraba en el
Si llegase a existir el limbo, su alma estaría perdida
Exactamente eso moraba en su espiritualidad: la divagación de una mente agónica
Y la causa principal de tan atroz sentimiento, es que su concepción sobre la felicidad era un cuento para niños

La necesidad por buscar algo más, lo introdujo en un mundo saturado de lujuria
Un mundo donde los hombres buscaban el placer gratuito, pero bajo un costo inmoral
Cansado del mismo tiempo lineal, se escudó detrás de la infidelidad
Estudió las indicadas y escogió la que más morbosidad le producía

Sediento de juegos oscuros, sacó a relucir su monstruo oculto
La esclava de sus deseos, languideció bajo los más retorcidos placeres
Ni el Marqués de Sade se hubiese imaginado semejante acto perverso
Al finalizar la irreverencia del machismo, la mujer de muchos juró no volver a vender su mísero cuerpo

Como tal cual un engreído, salió murmurando vulgaridades e inútilmente vanagloriándose
Llegó a su humilde morada aguardando que su conyugue lo premiara
Su sorpresa fue la ida de quien él juró proteger y amar por sobre todas las cosas
Prominente fue la decepción, que el licor de más de 40 grados favoreció a que su cordura se quebrara

Pasaron unos cuantos días, y sin aviso alguno, la mujer de su vida pasaría a ser la enemiga de sus actos
Desmoronándose y consumiéndose en sus propios lamentos, sus llantos le harían acreedor del título de María Magdalena
Con los ojos irritados, la nariz aguada y la cara barbuda, continuaba quejándose por ser el rufián de la historia
Sin más qué hacer, se propuso a salir y despejar la mente de tan tortuosos pensamientos

Era un día melancólico y lluvioso, perfecto para invernar en el hogar, pero el antojo por ver el paisaje pudo más que su soledad
Comenzó a conducir y las calles parecían grandes sabanas; los árboles con sus desnudas ramas formaban figuras tenebrosas, y los locales abrumados por gente consumista
Lleno de cólera y afliges, el ímpetu por desahogarse de alguna manera, lo fue conduciendo al mismo lugar donde su dignidad fue la gran pecadora
En el transcurso de aquel camino casi infinito, de la nada, apareció una dama desesperada buscando ayuda de un buen samaritano para que la llevara a su destino

Sin nada que perder, y  lúcido de las posibles consecuencias, permitió que la exasperada señorita subiera a lo que podría su último viaje
La joven, a pesar de que la lluvia haya arruinado su maquillaje, su belleza iluminaba cualquier oscuridad, y su voz más su manera de hablar, convencía hasta el más escrupuloso escéptico
En el trayecto encaminado en un rumbo desconocido, los dos fueron conociéndose y por cada palabra, sus risas emanaban felicidad y tranquilidad
Dudoso por saber a dónde ella se dirigía, sin timidez, exigió que fueran a un sitio para compartir en privado
Consternado por esa inesperada respuesta, pero a la vez le causó sumo agrado a sus oídos, a gran velocidad, fueron en dirección al más próximo hotel
Cuando arribaron al lujoso matadero para quizá una plácida noche, la misteriosa mujer cambió repentinamente su carácter
Al momento que el iluso mujeriego se despojaba de su vestimenta, del otro lado de la habitación la supuesta dama preparaba unos tragos sospechosos
Más utópico que nunca, se zumbó la bebida con grata candidez, y luego de unos minutos, el efecto del malicioso somnífero, se adueñó de su cerebro

Al despertarse del recóndito sueño, se encontraba posado en una silla sin nada que le cubriera su piel
Estupefacto por la situación que atravesaba, comenzó a dar gritos de auxilio, pero antes de que alguien pudiese oírlo, súbitamente sintió contra su cara un golpe severo, que lo dejó atónito durante varios segundos
El trastazo provenía de la delicada mano de la presunta cortesana. Y el arma a usarse, un bate de madera con rastros de haberse usado con anterioridad
Para él fue inconcebible que tan refinada y vigorosa mujer, pudiera haberlo engatusado con sus encantos malévolos

A continuación, ahora la mala de la historia de terror, fue presentándole fotos en las cuales se apreciaban un deplorable suicidio
Él interrogándose qué importancia tenía cabida para su angustia circunstancia. Lo que no sabía es que, días después de su encuentro con su amiga la fulana, ella decidió darle fin a su tormentosa existencia, debido al innecesario abatimiento que padeció
Para su desgracia, montó en su carro la mejor amiga de aquélla difunta, que 24 horas antes del acontecimiento, le confesó a su única camarada el desprecio que sentía hacia los hombres, y entre ellos, nombró el último que la hizo perecer
Con penosas lágrimas brotando de sus tétricos ojos, y con el mismo bate que le propició el bambinazo, comenzó a golpearle agresivamente, a romperle cada hueso, a destruir su cuerpo por haber destrozado otro

Completamente exhausta luego de haber jugado a darle a la piñata, en el suelo ella contemplaba lo que parecía una forma distorsionada, compuesta por carne y órganos, sumergida en un lago de sangre
Su respiración estaba muy acelerada, sus manos temblaban bruscamente, y su mirada era tan penetrante, que se podía palpar su rencor
Prontamente, recuperó el conocimiento, y sin más preámbulos, huyó con un mínimo de prudencia de la escena del crimen
En una bolsa para basura, depositó los objetos incriminatorios, para después quemarla y olvidar para siempre su lapso de asesina

Al llegar a su apartamento, recordaba penosamente los chillidos pecaminosos del ultimado, y en el modo en que lo disfrutaba
Se sentó frente a la mesa, con una cerveza Heineken como acompañante, tomó varios sorbos, y sus pensamientos flotaban alrededor sin motivo alguno
Sacó de su cartera una pistola 9mm por si las cosas se hubiesen salido de control. La colocó frente a ella, y mirándola detenidamente, una sonrisa sombría opacó su lindo rostro
La noche con su exquisita oscuridad se apropió del piso; la luna con su esplendida luz, solamente alumbraba el arma; el silencio fue parte del intenso momento; el tiempo súbitamente se congeló; la brisa fría atravesando la ventana ambientaba la sala, y nuestra peculiar homicida, atiborrada por los placeres de la noche, cogió el arma, solo una bala habitaba la recamara, con decisión la puso a un lado de su cabeza, y al instante de que su dedo jaló el gatillo, un sonido seco y abrasador rodeo el área, y la luna junto con las estrellas, fueron testiguas de una muerte fina dentro de un mundo lujurioso.

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