Lawrence de Venezuela
¿Qué
sería del mundo sin la existencia del séptimo arte? Pues, sencillamente habría
otro invento igual o mejor, pero esa hipótesis carece de relevancia. El asunto
es que, desde la presentación del primer filme de la historia del cine gracias
a los hermanos Lumiére en 1895, la vida como se conocía tuvo un giro de 360
grados, trayendo al mundo un sistema de entretenimiento capaz de cautivar a más
de uno con sus técnicas y la manera en como muestra la realidad se es
presentada.
El
cine desde sus inicios, ha tenido una considerable evolución, siendo la
tecnología parte fundamental de su constante avance. Una película de hoy en
día, independientemente del género al que pertenezca, tendrá mayor receptividad
solo por el hecho de que luce bien y tenga buenos efectos especiales, a una de
hace más de 50 años cuando las cámaras no ofrecían la misma calidad fílmica que
ahora, ni muchos menos unos efectos visuales estrambóticos, esto hablando desde
el punto de vista publicitario.
Muchas
de las películas modernas no ofrecen una buena historia que atrape al verdadero
cinéfilo, sino más bien, los directores y productores de dichos filmes se
preocupan más por vender y ganar popularidad, que cautivar y sorprender con sus
argumentos y guiones. Sin embargo, en la década pasada y parte de ésta, hubo
cintas tan grandes como su propio nombre: Gladiador (2000), El Señor de los Anillos:
El Retorno del Rey (2003), Los infiltrados (2006), Argo (2012), entre otras.
Ahora
bien, sabiendo un poco los pros y contras del cine moderno, el cine del siglo
pasado tiene -para algunos mejor que el actual- un repertorio amplio de
películas que para su momento estaban más allá de la comprensión humana, y
fueron acreedoras de numerosos premios que les valieron pertenecer entre las
100 mejores películas de la historia según la Asociación Fílmica Americana. Lawrence
de Arabia (1962), 2001: odisea en el espacio (1968), El Padrino 1 y 2
(1972-1974), Atrapado sin salida (1975), La Lista de Schindler (1993), Forrest
Gump (1994), solo por nombrar algunas de gran importancia que marcaron un antes
y después para las generaciones pasadas.
Pero no todo fue amén para la filmografía del siglo XX. En su haber, también se presentaron cintas que su único objetivo era vender
y no ser la excepción de la regla, y no vale la pena mencionarlas, sería una
burla para las antes nombradas.
Conociendo
un poco la sensación que causó el siglo 20, y el impacto que está dando el
siglo 21, sería aceptable hacerse la siguiente pregunta: ¿cuál de las dos
épocas del cine ganaría en una disputa? Diversos críticos encontrarían esta
pregunta como dicotómica, y la opinión pública daría su respuesta definitoria
luego de unos segundos, pero, ya que esta columna se basa en mi opinión, mi
inclinación o mi afición yacen en el cine clásico.
No
obstante a mi confesión, el cine de hoy en día es creativo, ingenioso,
satisfactorio e imperante en que el público se sienta complacido. Gracias al
avance tecnológico, infinidades de películas brindan algo que era imposible
para las productoras en las anteriores décadas, y debido a ello, es que gran
parte del público va a las salas del cine a deleitar sus ojos sin profundizar en
la esencia del filme. Y no solo la computarización ha sido de gran ayuda, los
nuevos actores y actrices (Eddie Redmayne, Benedict Cumberbatch, Jennifer
Lawrence, Keira Knightley), se han ganado un bien merecido puesto dentro de la
élite actoral.
Aunque
está lleno de maravillas el cine de la presente década, nada como disfrutar de
un clásico. Esos clásicos que con unas historias inigualables, enamoraron a su
público, y no solo a ése, también a las nuevas generaciones que se han visto
influenciadas por aquellas películas de culto (La Naranja Mecánica, El club de
la pelea) y muchas más.
La
cinematografía clásica, o la edad de oro del cine, es difícil de comparar, con
sus majestuosas narraciones, mostraban la realidad desde otra visión, ofrecían
a las masas, una sublime adaptación de los hechos, bien sean reales o
ficticios, y seducían a los sedientos del cine con relatos únicos y
extraordinarios. Lamentablemente, aquel período de la gran pantalla, que logró
ganar millones de seguidores en el mundo, no regresará con sus esplendorosos
personajes: Humphrey Bugart, Peter O’Toole, Charles Heston, entre otros que
están en la gloria del Señor.
No
importa la fijación que se tenga hacia un género en específico, y el amor hacia
un actor o actriz, el séptimo arte, venerado y odiado al mismo tiempo, seguirá alegrando
y gratificando al target que esté dirigido, que en este caso es, un
conglomerado difícil de complacer pero fácil de comprar.
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