Te desconozco Universidad

Universidad de no muy larga trayectoria, cuyo nombre honra y venera a un famoso pintor venezolano; instalaciones que abrigan a la naturaleza y permiten que el viento circule con libertad, trabajadores decididos a laborar con benevolencia, vertebrados de 4 patas rondando los pasillos y la vegetación sin ninguna restricción, y por último pero no menos importante: estudiantes que despiertan a regañadientes para acudir a las aulas de clases y darle la supuesta reputación que el recinto estudiantil merece. Tomando en cuenta esas particularidades, ¿por qué aún persisten jóvenes en querer ingresar sustancias tóxicas dañinas al cuerpo humano? ¿Qué motivo hay en que algunos que fungen en la administración y en la atención del alumnado, muestran caras de pereza absoluta y hablan como si la mandíbula les pesara? ¿Por qué a los profesores, siendo algunos eminencias admirables, reciben un pago mísero? No sé si mi capacidad mental se limita a esas diatribas, o será que solo puedo ponderar de primer lugar la negatividad reflejada de lo que debería considerar como mi segundo hogar. Me causa descontento saber que, a sabiendas de los exorbitantes precios de las matrículas semestrales, la seguridad universitaria sea tan pésima y la falta de un buen lugar para almorzar quede perdida en el horizonte (en cambio, se gasta en pinturas y cámaras de vigilancia). Aunado a ello, dejando afuera las decisiones y gestión del alto directivo, pudiera hacer hincapié en las idea innovadoras que se dejan de tomar como proyectos factibles y continuar con la monotonía del análisis y la comparación. Parece ser que, a los que nos dan las herramientas fundamentales para ser grandes profesionales, prefieren persistir con un pensamiento arcaico y lineamientos que no se adaptan a las exigencias actuales: exhibir trabajos únicos y que le otorguen prestigio a la universidad, aparte de ser sinónimos de excelencia y perfectos ejemplos para la impartición de clases.  

Luego de unos incansables 5 años lucrándome de conocimientos, me causa pesar decir que desconozco mi universidad. Aunque algunos dirán que mi opinión no tiene mérito por graduarme este año, mantengo mi firmeza de decir, que si se continúa con la misma visión por parte del alto mando, y rechazando propuestas originales, el sentido de pertenencia que necesita la UAM, quedará como un sueño inalcanzable y suprimido inocentemente por la población estudiantil. 

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